Los patrones de movimiento no existen

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Como seres humanos racionales y, debido a nuestros esquemas y sesgos mentales, necesitamos de la dicotomía, de la clasificación para poder estructurar las diferentes ideas en nuestra cabeza, darles forma y sentido y poder hacer que progresen, pero la realidad es que poco existe en este mundo que sea binario, así como la naturaleza poco entiende de fronteras.

Del afán de entendimiento y estudio nacen cuestiones como los sistemas, no sólo de entrenamiento sino nuestra clasificación de, por ejemplo, los elementos del organismo que realizan una función “común” (Entendiendo que todo el organismo realiza una función común, la supervivencia). Así, podemos hablar de sistema cardio-respiratorio, sistema digestivo, o incluso de los sistemas de estabilización articular. Pero esto no es más que una clasificación humana, hecha para facilitar la comprensión. En este caso reunimos una serie de elementos y los agrupamos clasificándolos con nombre, apellidos y función pero… ¿Y si esos elementos fueran infinitos? Sería imposible agruparlos… De ahí que se recurra a un método más deductivo de clasificación: Todos aquellos elementos que cumplan una serie de características comunes se engloban dentro de una categoría, y de esta forma clasificamos y facilitamos la comprensión.

Con lo que llamamos patrones de movimiento pasa justo esto. El movimiento humano es infinito, incluso una misma acción realizada por dos sujetos diferentes tiene matices completamente diferentes (Movimientos articulares, dirección exacta de la fuerza aplicada, dinámica muscular,…). Así que como buenos humanos eso hacemos, facilitarnos la vida… Y nace lo que denominamos patrones de movimiento.

Un patrón de movimiento no es más que una secuencia articular o motora  que cumple una serie de características comunes. Si hablamos, por ejemplo, del patrón de triple flexo-extensión podemos encontrar numerosos movimientos que se engloban en esta categoría, desde una sentadilla hasta un salto a cajón, o incluso la caída de un salto. Por supuesto la mecánica articular y de fuerzas difiere mucho entre estos movimientos, pero si existen características comunes: flexión y extensión de tobillo, rodilla y cadera; y desplazamiento vertical del centro de masas.

Una vez entendido esto los patrones de movimiento nos pueden ayudar, como profesionales del ejercicio, a clasificar los múltiples movimientos en el gimnasio o la pista. Y dado que tenemos multitud de variables que manejar en el entrenamiento, una ayuda siempre viene bien.

Por supuesto el modelo de patrones de movimiento no es el único que nos permite clasificar los ejercicios. Tradicionalmente la clasificación se ha basado en grupos musculares (Pectoral, cuádriceps, bíceps,…) o complejos articulares (hombro, espalda) y es, por supuesto, perfectamente válido, pero la realidad es que en un contexto de entrenamiento para el movimiento, ya sea por salud o rendimiento, es decir, sin considerar el culturismo, es más realista (o funcional) pensar en patrones de movimiento. Eso si… Quien realiza esos movimientos son los músculos (coordinados por el sistema nervioso), no debemos olvidarlo si queremos garantizar que el estímulo sea el correcto.

Y qué patrones de movimiento existen, pues lo dicho… Ninguno. Pero podemos encontrar diferentes propuestas en función de autores y profesionales que nos pueden servir de referencia para prescribir ejercicio.

Los más conservadores distinguen sólo uno: la marcha; este engloba practicamente todos los movimientos articulares; algunos incluyen la manipulación. En función del ámbito de estudio (Fisioterapia, entrenamiento o control motor) y el autor encontramos diferentes.

Centrándonos en el mundo del entrenamiento una clasificación en cuatro es probablemente lo más común: Dominante de rodilla, dominante de cadera, empujes y tracciones.

Aunque la clasificación en 7 últimamente ha cobrado más relevancia y parece ser más completa: Locomoción, squat, lunge, hinge, empujes, tracciones y rotaciones.

Como debemos entender los patrones de movimiento es desde una perspectiva teórica del modelo ideal de movimiento. Donde todos los segmentos se coordinar armoniosamente alineados y las fuerzas tienen una dirección clara por lo que, para realizar la función, el cuerpo gasta la menor energía posible. Esto dista muchas veces de la realidad.

Por ejemplo en una sentadilla, en teoría, todos los segmentos se alinean correctamente para desplazar el centro de masas hacia arriba, pero la realidad que nos encontramos es que esto no siempre es así y que, debido a la arquitectura corporal de cada deportista, o al entorno, existen compensaciones que modifican esto (Estudiamos todo esto a fondo en el curso anatomía en movimiento).

Ahora bien, la teoría y por lo que podemos decir que es más “funcional” entrenar patrones que músculos es que tras período de entrenamiento de estos patrones, y sobre-cargándolos mediante kilos, velocidad o complejidad; el sistema nervioso aprende a coordinar y regular mejor la actividad muscular, como adaptación al entrenamiento, y permite que el movimiento aberrante se vaya “limpiando” con el tiempo, siendo más eficiente.

Así, entrenar sentadilla o peso muerto pesado puede mejorar la eficiencia de, por ejemplo, el gesto de carrera, no sólo por la propia adaptación de los tejidos (Hacer más fuerte un cuádriceps o un tendón rotuliano) sino por la adaptación neural que posibilita esa coordinación muscular que hace más eficiente el movimiento.

En conclusión, si bien los patrones de movimiento son un medio de clasificación de los ejercicios de fuerza en el entrenamiento, resulta tremendamente útil para la programación del entrenamiento, así como para la educación motora de los deportistas. A los profesionales del movimiento les recomendamos usar la clasificación de patrones con la que se sientan más cómodos, así como más relación tenga para la futura función a cumplir del deportista y masterizar la neuromecánica para entender y seleccionar los ejercicios de fuerza con criterio.

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